Hola, mi nombre es Clarisa, tengo 23 años y soy recuperada de Bulimia.
Desde que tengo noción, me sentí incomoda con mi cuerpo. No me gustaba nada de él. La baja autoestima y un hueco vacío en mi pecho me acompañaron desde chiquita. No me gustaba ir a los cumples en verano, ponerme una malla a los 5 años ya era un problema. Con los años todo fue aumentando, a medida que crecía me iba sintiendo más extraña. Me alejé de mis papas, de mi familia, de mis amigos. Odiaba a todo el mundo. Sentía que nadie me quería, que todos estaban en mi contra. Que no merecía que nadie me quiera. Mi cabeza que no tenía descanso, todo el tiempo me recordaba lo gorda que estaba, lo fea que era, la cucaracha que me sentía al lado de mis amigas. No paraba nunca, cada vez eran peores. Me exigía siempre ser la “chica perfecta” y nunca lo lograba. Un día, después de fracasar en miles de dietas, comencé a vomitar, quería “probar” si ese método resultaba. Me agarre fuerte de la BULIMIA.
En un principio me gustaba, sentía alivio, me generaba placer. Después todo se volvió incontrolable. Cada galletita de agua que masticaba, necesitaba vomitarla. Medía cada movimiento que hacía para que nadie se diera cuenta de nada de lo que estaba pasando. Siempre encontraba alguna excusa para no comer o para ir al baño sin que nadie escuche. Claro que no son solo las actitudes enfermas, mi cabeza no paraba en ningún momento, nada me bastaba. Nunca me sentía suficiente. Para los de afuera demostraba que podía con el mundo entero, pero por dentro estaba muerta. Me refugie en el baño, en un inhodoro, lloré mil veces tirada en el piso, porque ya no aguantaba más tanto dolor. Me tocaba el pecho porque sentía que de verdad tenía un agujero, me sentía vacía. Y me preguntaba, ¿qué me pasa, si mis papas me dan todo?, ¿qué me pasa si no me falta nada? No entendía por qué tanto dolor en mi pecho…
Todo lo que había comenzado como un juego, se convirtió en un calvario. El espejo era mi enemigo, solo veía un monstruo. Y no es joda, ni un decir, yo me sentía así, un bicho feo, horrible. La bulimia te mata. La bulimia consume todo de vos. Mis pensamientos eran otros, mi cabeza no era mía. YO ERA ENFERMEDAD, YO LA ELEGIA, Pero no conocía otra vida en ese momento. Estaba muerta en vida. No veía a nadie, solo a mi. Era egoísmo puro. Me importaba mi cuerpo y solo mi cuerpo, odiarme era mi tarea de todos los días y ponerme límites inalcanzables para después reprocharme todo lo que hacía mal… Intente salir sola, intente dejar de vomitar, intente ir a una nutricionista para que me ayude, pero nunca pude. Sinceramente, creía que nunca iba a lograrlo.
Por suerte una noche, pude pedir ayuda y llegué al lugar donde volví a la vida, donde me encontré, donde encontré gente que me ayudó con el corazón y donde supe que no estaba sola, que nunca voy a estar sola, que somos muchos peleándola. ¡Qué suerte tuve de llegar al Arte! Con los grupos de a poco logre entender porque me enfermé, qué era ese vacío que yo sentía y logré llenarlo. Fueron años de mucha angustia, de recaídas y vueltas al ruedo, de enojos, de tristezas. Cuesta y duele darse cuenta lo que uno provoca, el daño que se hace y hace a los demás, pero cuando uno logra salir de su burbuja, el mundo entero es diferente. Uno se rearma y aprende, vuelve a soñar. Las sonrisas y los buenos momentos comenzaron a aparecer, encontré cosas que me gustaban, que disfrutaba. Me empecé a querer. Mi cabeza empezó a sentir la calma, podía dormir tranquila!!! De a poquito fui aceptándome y entendiendo que todo lo malo estaba adentro mío, no en mi cuerpo. Y que muchas cosas de las que había vivido no eran mi culpa. Esa mochila se fue descargando con el paso del tiempo. Hoy tengo las herramientas necesarias para salir al mundo con la frente en alto, con la mirada honesta. Y si me equivoco, puedo hacerme cargo, pedir disculpas y volver a seguir. Al fin y al cabo, de eso se trata la vida…
Después de tantos años soñarlo, estoy estudiando medicina en la ciudad de Santa Fe. Luchar con mis pensamientos es una tarea de todos los días. A veces más, a veces menos, pero siempre están. Mi egoísmo y soberbia aparecen seguido, pero por suerte hoy, se bien a donde no quiero volver. Me equivoco un montón, porque soy humana, pero de los errores se aprende y eso me ayuda a crecer un montón. Aprendí que pedir ayuda no está mal, y que solos no podemos. Tengo una relación sana con mi familia, y eso llena mi corazón. Mi meta es recibirme y algún día, tener una familia.
Yo creo que si uno tiene esperanzas y un sueño a cumplir, solo hay que ocuparse de eso y no parar hasta conseguirlo…Y QUE SI SE PUEDE, CLARO QUE SE PUEDE!
08/01/2019 |